Hace tiempo que ronda por mi cabeza los ecos de una leyenda,
no se exactamente donde la he oído, pero sé que he escuchado en alguna parte
que las fotos roban el alma. Dicen que algunas
tribus aborígenes se negaban a ser fotografiados por los exploradores, porque
aquellas máquinas robaban el alma.
Y bueno, quizás no les faltase parte de razón porque no
podemos negar que no hay algo de magia en ver tu imagen reflejada a través de
un objetivo, plasmada en un papel o en una pantalla digital. Eres tu fuera de
tu cuerpo, es en cierta manera como si te robasen tu alma. ¿o no?
Pues a mí en el “mercado Medieval de Artziniega” de este año
me robaron la imagen, quizás también mi alma, o quizás no.
De un tiempo a esta parte no me gustan mis fotos,no me reconozco,creo que captan una imagen triste de mi,esa imagen que nunca estaba presente con anterioridad. Pero tengo que reconocer que me encanta la foto.
Habrá que mirarla
detenidamente para buscar la presencia de las musas que a veces me acompañan,
para encontrar esa esencia que siempre necesito a mi lado.
Fotografia cedida por Jose Javier Soto Reola, http://www.jjsoto.com/
Creo que no es tristeza, es la responsabilidad de afrontar la vida de otra forma a la esperada, y con la certeza de hacerlo bien, pero sin que deje de ser duro, por imprevisto, y cualquier imprevisto da cierto vértigo. Sabes que no estas sola......
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